Egresados del SENA tienen más posibilidades de hallar empleo y obtener mejor salario: Fedesarrollo

Bogotá D.C., 24 de marzo de 2010.- Los técnicos y tecnológicos del SENA tienen más posibilidades de encontrar trabajo y de que sus ingresos sean superiores al promedio de personas con las mismas características pero que no han estado vinculadas a la entidad. Esas fueron las principales conclusiones de un estudio que realizó Fedesarrollo sobre el impacto de cuatro modalidades de formación de la institución sobre sus beneficiarios, y que fue entregado oficialmente esta semana.

Las modalidades investigadas en el marco de dos convenios (años 2008 y 2009) suscritos entre el SENA y esa organización privada –reconocida por desarrollar investigación económica aplicada sobre diversos temas de coyuntura, con independencia, rigor y credibilidad– fueron Formación de Técnicos y Tecnólogos (FT&T), Formación Especializada del Recurso Humano Vinculado a las Empresas (FE), Innovación y Desarrollo Tecnológico con el medio externo a la entidad (IDT) y Jóvenes Rurales (JR).

Para el caso de los técnicos y tecnólogos del SENA, Fedesarrollo aplicó 1.514 encuestas (685 al grupo tratamiento, o sea, egresados; y 829 al grupo control, es decir, no egresados) y encontró que las posibilidades de estar empleados son superiores, entre 7,37 y 9,63 puntos porcentuales, para quienes se forman en la entidad. También halló que, en general, hay impactos positivos en la calidad del empleo de entre 9% y 13% para los egresados del SENA.

En la exposición de las conclusiones, que estuvo a cargo de Roberto Steiner, director ejecutivo de Fedesarrollo, y Mauricio Olivera, investigador principal del estudio, también se destacó que los egresados del SENA tienen una probabilidad entre 14 y 19 puntos porcentuales de que sus ingresos superen los del promedio, o pasen a un decil más alto de ingresos (decil es un número que divide la sucesión de datos ordenados en diez partes porcentualmente iguales).

Durante la entrega de los resultados de la investigación, Steiner resaltó la disposición del SENA a ser evaluado. “Mis respetos a entidades como ésta que se someten al escrutinio de, llamémoslo así, la sociedad civil, sin tomar su vocería. Hacen bien ustedes al pensar en gente independiente para evaluar la gestión que hacen. Habla muy bien de esta institución que se someta a estas evaluaciones. Toda institución pública tiene que estar dispuesta a ser evaluada”.

Por su parte, el Director General del SENA, Darío Montoya Mejía, explicó que aún la institución está en un arduo proceso de cambio. “Sus tareas frente a la sociedad, la juventud, las empresas, la comunidades, el país en general, todavía están en ajuste estratégico. Pienso que los resultados de esa tarea todavía no generan un impacto evidente. Es normal, pero percibo muchos impactos que quizá en estos estudios no sean visibles, como la calidad ciudadana de los jóvenes que vienen al SENA y el hecho de que el país volvió a querer a la entidad”.

Otros aspectos de la investigación

Olivera aclaró que, en principio, el primer convenio (el del 2008) decía que las modalidades de Innovación y Desarrollo Tecnológico con el medio externo a la entidad (IDT) y Jóvenes Rurales (JR) –como se llamaba el programa para la época– serían evaluadas durante ese mismo año; y luego Formación Especializada del Recurso Humano Vinculado a las Empresas (FE), en el 2009.

En el caso de FE, se trató de una investigación cualitativa en la que se hicieron entrevistas a los representantes de 100 empresas (51 al denominado grupo tratamiento o de beneficiarias, y 49 al grupo de control o de no beneficiarias de la entidad). Acá se encontró que la capacitación representa una poderosa herramienta de actualización y conlleva múltiples y directos beneficios en el desarrollo de las empresas y de los empleados. El estudio también confirmó que el SENA es uno de los principales proveedores de capacitaciones, dada su trayectoria como formador y certificador.
La investigación reveló que los entrevistados no perciben una diferenciación precisa de la especialidad de los programas y que los cursos ofrecidos a los gremios y a los directivos de las empresas no resultan sobresalientes o destacados. De otro lado, la mayoría de los entrevistados asume que es su propia empresa la que cubre o financia los programas de capacitación.
“Sin embargo, a lo largo del 2008, cuando comenzamos a buscar, encontramos que había problemas con la información recolectada de base. Entonces no se alcanzó a hacer la evaluación de IDT y JR durante ese año. Ante la ausencia de información, y esto fue acordado con la entidad, fueron ajustados los objetivos”, dijo Olivera.

Fedesarrollo consideró indispensable construir un sistema para el registro de información relevante en cada una de las modalidades que se iban a evaluar, se acordó diseñar durante 2008 un sistema de seguimiento y evaluación para cada modalidad, y se definió la metodología de evaluación de impacto para las cuatro modalidades. Durante 2009, se realizó la evaluación de impacto de FT&T, FE e IDT, y la línea de base del programa Jóvenes Rurales Emprendedores (JRE), nueva denominación de Jóvenes Rurales desde 2009.

Aunque Steiner también dijo que en algunos casos no hubo mucha información, “no por negligencia o falta de transparencia del SENA, sino porque es muy difícil de conseguir”, resaltó la “excelente disposición” del equipo de funcionarios de la entidad que cooperó con la investigación. De ahí, precisamente, se desprendió una de las principales recomendaciones de la investigación: la implementación de un sistema de seguimiento y evaluación.

Con esas salvedades, el estudio encontró, en 17 entrevistas a profundidad a beneficiarios y 10 a no beneficiarios, que en lo relacionado con IDT las ventas de las empresas de control (no beneficiarias del SENA) crecieron casi diez por ciento, mientras que las de las beneficiarias cayeron casi un uno por ciento; y que la relación costos/ventas aumentó casi 20% en las empresas beneficiarias, mientras en las de control cayó casi 2%.

En el caso de Jóvenes Rurales Emprendedores (JRE), con 1.468 encuestas (700 a beneficiarios y 768 a no beneficiarios) y datos hasta septiembre de 2009, se halló que, en promedio, los beneficiarios son más “propensos” a estar ocupados/trabajando (78%) que los no beneficiarios (73%), y que la tasa de participación laboral es superior para los beneficiarios (83%) que para los no beneficiarios (72,5%)